Z o Lejos de casa

Huyen. Dejaron atrás su casa y llevan días, horas, semanas huyendo. El camino no les da tregua, aunque ellos siguen adelante. Buscan un futuro digno. Apenas les quedan fuerzas, pero les guía la esperanza; o quizás ya sólo les mueva la desesperación. En estos momentos, cuando más cerca están de su destino, es cuando más lejana les parece su meta. Esperaban manos amigas, pero han encontrado barreras que les impiden el paso. La gente curiosa no interactúa con ellos: les observa, impasible, y retransmite su miseria, como si no vivieran en la misma realidad. Ella es la única que interviene. Su movimiento es rápido y sutil, pero lo suficientemente efectivo como para hacerles perder el equilibrio. Caen al suelo. Cuando se vuelven en busca de un porqué, sólo encuentran la fría mirada de un objetivo.

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Z _ _ _ _ _ _ _ _ _ (sustantivo femenino)

¡Última palabra entre líneas! ¿Sabéis de cuál se trata? Respuestas, hasta el jueves.

Y o Cara y cruz

Cruz sale a la calle con ganas de gresca. Nadie se salva de sus maldades: asusta a los niños, increpa a las ancianas, pisa la cola a los gatos, tira piedras a las ventanas. Avanza erguido, luciendo la confianza chulesca del que sabe que sus actos quedarán impunes. No le preocupan los reproches de los vecinos; ignora sus miradas de desprecio. Si alguno le pide explicaciones por sus acciones, suelta una carcajada. Se encoge de hombros y, sin detenerse siquiera, señala la pequeña puerta del callejón. Al otro lado de la puerta, Cara extiende cheques para pagar cristales rotos, acaricia a gatos heridos, se disculpa ante ancianas disgustadas, consuela a niños asustados. Hace gala de su exquisita educación para apaciguar los ánimos de los vecinos. Y reza para que nadie descubra que él y Cruz son los rostros de una misma moneda.

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Este personaje aparece en una novela del siglo XIX de autor escocés. El nombre a descubrir está en el idioma original.

_ _   _ Y _ _

M o Tras la máscara

Mi querido amigo, no se deje engañar. Ese hombre de reputación intachable y gesto educado al que todos admiran es, en realidad, el mayor delincuente que pueda imaginar. Un auténtico Napoleón del crimen, créame. La inteligencia y el talento de M para las matemáticas son innegables; pero no es menos cierto que posee una mente maquiavélica. Se esconde tras esa prestigiosa máscara intelectual, pero cuenta con una red de sicarios dispuestos a ejecutar cualquier maldad bajo sus órdenes. Es vil y despiadado; no muestra compasión si alguien le traiciona. Sé lo que está pensando, amigo mío. Usted cree que desacredito a M porque siento celos de su popularidad, pero se equivoca. Admiro su genialidad: es el único hombre al que puedo considerar un verdadero rival. Aunque sí, debo admitirlo, estoy dolido con él. Hace tiempo que no me reta con alguna de sus fechorías. Creo que ya no le estimula enfrentarse a mí. Sospecho que está viendo a otro.

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Este personaje aparece en varias obras de los siglos XIX y XX de autor escocés.

_ _ _ _ _  M _ _ _ _ _ _ _