Z o Lejos de casa

Huyen. Dejaron atrás su casa y llevan días, horas, semanas huyendo. El camino no les da tregua, aunque ellos siguen adelante. Buscan un futuro digno. Apenas les quedan fuerzas, pero les guía la esperanza; o quizás ya sólo les mueva la desesperación. En estos momentos, cuando más cerca están de su destino, es cuando más lejana les parece su meta. Esperaban manos amigas, pero han encontrado barreras que les impiden el paso. La gente curiosa no interactúa con ellos: les observa, impasible, y retransmite su miseria, como si no vivieran en la misma realidad. Ella es la única que interviene. Su movimiento es rápido y sutil, pero lo suficientemente efectivo como para hacerles perder el equilibrio. Caen al suelo. Cuando se vuelven en busca de un porqué, sólo encuentran la fría mirada de un objetivo.

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Z _ _ _ _ _ _ _ _ _ (sustantivo femenino)

¡Última palabra entre líneas! ¿Sabéis de cuál se trata? Respuestas, hasta el jueves.

E o Paseo en barca

La idea de dar un paseo en una de esas barquitas para turistas fue mía. El plan que llevaba semanas urdiendo bien merecía el precio que me hicieran pagar por ello. Se lo sugerí mientras caminábamos junto a uno de los canales, como si acabara de pensarlo. En realidad, lo traía todo planeado desde casa: la propuesta espontánea, mi discurso, la cajita que guardaba en el bolsillo, su reacción cuando la abriera. Ella aprobó la idea de inmediato; puede, por el brillo que noté en sus ojos, que intuyera lo que iba a suceder. Le animé a elegir barquita. Optó por la de un simpático remero que se empeñó en darnos conversación durante el trayecto. Ella parecía disfrutar con sus anécdotas, así que no me importó retrasar mi plan unos minutos. Cuando por fin me decidí a sacar la cajita, el remero se arrancó a cantar melodías románticas. Ella centró su atención en él. Le dedicó una de esas sonrisas que yo creía reservadas sólo para mí. Sepulté la cajita en mi bolsillo y deseé que aquel maldito paseo terminara de una puñetera vez.

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_ _ _ _ _ _ E _ _ (sustantivo masculino)

¿Sabéis cuál es la palabra oculta? Hacédnoslo saber antes del jueves a las 22:00.

K o Un día insólito

“Recógeme a las nueve”, le respondió Marilyn. Aunque él no recordaba haber dirigido la palabra a la caniche, ni mucho menos haber acordado una cita con ella. Desconcertado, bajó la mirada para ocultar su sonrojo y se apresuró a terminar el poema que llevaba doce semanas escribiendo sobre la mesa con granos de café. Luego, a modo de despedida, musitó una respuesta plausible a la Conjetura de Hodge que nadie más que él oyó y se apeó del velero en marcha, alejándose a zancadas campo a través. Acababa de doblar la segunda esquina cuando un canto de sirenas le abanicó las orejas. Dirigió su telescopio hacia la última ventana del rascacielos más alto justo en el momento en el que una iguana rusa le dedicaba una insinuante caída de ojos. “Su pantalón ya está perfectamente lavado y planchado, señor”, leyó en sus labios. Pero él, que siempre había preferido la comodidad de las faldas escocesas, decidió dar media vuelta y cubrirse con la sábana hasta la nariz.

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_ _ _ K _ _ _ _ (adjetivo masculino)

P o Una estúpida apuesta

Esperaba una vida tranquila al servicio de un caballero típicamente británico. Serio, disciplinado, flemático. Un hombre sin demasiadas complicaciones; como mucho, escrupuloso y fanático de la puntualidad. Nada más conocerle, su sexto sentido le dijo que su amo y él encajarían a la perfección. Lo había imaginado algo excéntrico, sí, hasta el punto que pueden permitirse quienes amasan una gran fortuna y no tienen con quién compartirla. Pero nunca hubiera pensado que servir como mayordomo a aquel respetable caballero podía ocasionarle tantos dolores de cabeza. Y todo por una estúpida apuesta. Había perdido la cuenta de los lugares que habían visitado durante los últimos treinta días, siempre a la carrera, o de las personas con las que se habían cruzado por el camino. Habían viajado en tren, barco e incluso elefante. Habían vivido más situaciones extremas de las deseables. Y todavía les quedaba por completar más de la mitad del viaje… Maldito sexto sentido. En buena hora se fió de él.

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Este personaje protagoniza una novela del siglo XIX de autor francés.

P _ _ _ _ _ _   _ _ _ _

Z o A la deriva

El hombre solitario no dudó al elegirla. Quizás la vio más resistente que al resto; o quizás sus compañeras, sutilmente, desviaron la mirada cuando el hombre pasó revista al grupo. Ella podría haberse negado a partir, pero no lo hizo. Le conmovieron las ansias de esperanza del hombre solitario al explicarle el plan, su sonrisa ilusionada al preparar el mensaje que ella debía transmitir. Aceptó la misión y se adentró en el mar. Armada de optimismo y paciencia, se dejó llevar por la corriente. Disfrutó del sol, la brisa y el mecer de las olas. No imaginaba entonces que aquella misión se volvería tan dura. Tras semanas a la deriva, al límite de sus fuerzas, se preguntaba ahora si realmente la encontrarían algún día. Si podrían leer el mensaje que guardaba en su interior. Si entenderían que aquel dibujo que el agua había convertido en borrón indicaba en qué isla aguardaba, ansioso, el hombre solitario.

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Z _ _ _ _ _ _ _ (verbo intransitivo)

Y la última palabra de esta ronda es…