F o Una lucha titánica

El caballero valiente no escatima en detalles. Ante una corte totalmente subyugada, explica cómo venció al dragón tras una lucha titánica. Describe a la bestia como un monstruo tan grande como dos castillos; o quizás como tres. Asegura que sus llamas letales arrasaban todo lo que había a su alrededor. Confiesa que estuvo al borde de la muerte, pero que el recuerdo de la bella princesa le dio la fuerza necesaria para lanzar el ataque definitivo. Concluye que vio el terror en los ojos de la bestia instantes antes de acabar con ella. Su historia satisface al rey, estremece en la reina, admira a los nobles y provoca suspiros entre las damas. Pero a la princesa, auténtica destinataria del relato, no le impresionan las hazañas del héroe. Prefiere centrar su atención en el escudero del caballero: parado tras él en un discreto segundo plano, el chico pone los ojos en blanco cada vez que su amo se deja llevar por la imaginación.

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F _ _ F _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)

Podéis dejar vuestras respuestas hasta el próximo jueves.

T o Dura de roer

En su primera visita, el héroe entró en la sala del trono arrastrando la cabeza del dragón que había aterrorizado al reino durante décadas. El rey asintió, satisfecho; los caballeros de la corte aplaudieron, admirados. Pero la princesa no se inmutó. En su segunda visita, el héroe se presentó con una rara y bellísima planta exótica que él mismo había descubierto en un viaje a tierras lejanas. La reina asintió, satisfecha; las damas de la corte suspiraron, muertas de envidia. Pero la princesa no se inmutó. En su tercera visita, el héroe dio un recital de historias curiosas y divertidas que mantuvo en vilo a todo el auditorio. El bufón asintió, satisfecho; pero la princesa no se inmutó. En su cuarta visita, el héroe optó por ser sincero. Se había ganado al rey, a la reina, a la corte en pleno e incluso al bufón, pero no sabía cómo demostrar a la princesa que la amaba. Cuando acabó su conmovedor discurso, la princesa entreabrió los labios. Todos la miraron, impacientes por conocer su respuesta. Pero su boca no pronunció una sola palabra: simplemente dejó escapar un bostezo de aburrimiento.

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T _ _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)

¿Adivinas la palabra oculta?

A o En el baile

Veinte minutos para la medianoche. Tenía que aguantar todavía veinte minutos más. Cenicienta nunca hubiera imaginado que un baile en palacio pudiera ser tan aburrido; ni un príncipe azul resultar tan soso. Atractivo e infinitamente rico, sí, pero con menos conversación que un pastel de manzana. Por no hablar de sus pocas dotes para el vals: tras recibir el tercer pisotón, temiendo por unos pies ya de por sí torturados por sus zapatos de cristal nuevos, Cenicienta le había propuesto sentarse para descansar y charlar tranquilamente. No tardó en arrepentirse. El príncipe, víctima de un ataque de timidez, no había pronunciado una sola palabra desde entonces. Cenicienta se moría por huir del palacio con cualquier excusa, pero debía esperar a que el hada madrina la recogiera a medianoche. Diecinueve minutos más. Si al menos pudiera deshacerse de aquellos odiosos zapatos de cristal…

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A _ _ _ _ (adverbio tiempo)

¿Cuál es la palabra oculta entre letras?

R o Plan de ataque

A la hora convenida, el príncipe hizo la señal. Fue un simple gesto con la mano: no quería que ningún ruido alertara al dragón de sus intenciones. Al ver la señal, sus caballeros debían asaltar la cueva y atacar por sorpresa a la bestia dormida. Pero algo salió mal, porque ninguno de ellos reaccionó. Quizás no habían distinguido un gesto tan sutil en una noche tan oscura como aquella. “¡Adelante!”, susurró entonces, arriesgándose a romper el silencio. Pero el resultado fue el mismo. Impaciente, el príncipe se volvió a mirar a sus caballeros. Uno simulaba limpiar su espada, sumamente concentrado. Otro mantenía la cabeza gacha y silbaba entre dientes. El tercero desvió la vista en cuanto notó la mirada de su jefe clavada en él. “¡Adelante!”, repitió el príncipe, a voz en grito esta vez. Una carcajada burlona llegó desde el interior de la cueva.

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R _ _ _ _ _ _ _ _ _ (verbo intransitivo)

¿Adivinas la palabra entre líneas?

Q o Antes del baile

El hada madrina resopló. Llevaba horas agitando su varita mágica, haciendo aparecer infinidad de vestidos para el baile, pero ninguno convencía a Cenicienta. Los encontraba demasiado feos o demasiado cortos, demasiado recatados o demasiado ceñidos. Las exigencias de aquella niña caprichosa agotaban su paciencia. Ni siquiera la princesa del guisante, famosa por sus remilgos, le había causado tantos problemas. Se acercaba la medianoche, y Cenicienta seguía despreciando vestido tras vestido: demasiado clásico, demasiado azul, demasiado… El hada madrina no pudo soportarlo más. Agitó su varita de nuevo y convirtió a la chica en una silenciosa calabaza. Entonces sonrió, aliviada y sin remordimientos.

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Q _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ (adjetivo femenino)

¿De qué palabra estamos hablando?