N o Matar al mensajero

Sonreía. La miraba y sonreía sin parar. Sus labios no se movieron para pronunciar una sola sílaba, y aun así dijo con claridad lo que pensaba. De entrada, ella no supo cómo reaccionar. Le sorprendió que aquel joven parco en palabras se hubiera atrevido por fin a soltar la lengua. Entonces miró al muñeco que, sentado en el regazo del chico, sonreía también. Movida por un extraño impulso, le soltó una bofetada al viejo amasijo de tela y madera. Al joven, en cambio, no volvió a dirigirle la mirada. Se alejó de los dos aliviada pero confundida.

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_ _ N _ _ _ _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)

¿Qué palabra hay entre líneas? Podéis intentar adivinarla hasta el próximo jueves.

L o La fe ciega

Si aquella tarde lluviosa hubiera llevado puestas las gafas, se habría dado cuenta de que el hombre que llamaba su atención desde el otro lado de la calle no era su marido. Que ni siquiera la estaba saludando a ella. Pero su acusada miopía le impedía distinguir con claridad esos detalles a aquella distancia y un voluminoso cargamento de paquetes, que atesoraba como un trofeo después de una sesión intensiva de compras, le impedía liberar alguna mano para entretenerse a buscar las gafas dentro de su bolso, calzárselas y salir de dudas. Con el abrigo empapado por la lluvia y los brazos doloridos por el peso de los paquetes, decidió ceder a su impaciencia y creer ciegamente en su intuición. Se lanzó a la calzada con pasos cortos e inseguros, desafiando al suelo resbaladizo sobre sus zapatos de tacón. Todavía no estaba bastante cerca como para observar que el hombre, que ahora sí llamaba su atención moviendo los brazos enérgicamente, no la apremiaba a cruzar cuanto antes, sino todo lo contrario. A medio paso de peatones empezó a verlo claro. Cuando por fin comprendió por qué el desconocido al que había confundido con su marido la miraba con expresión espantada, el coche ya la había embestido, haciendo volar por los aires sus preciados paquetes.

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L _ _ _ _ (adverbio)

D o Después del desastre

Ya no se sonríen con descaro. Apenas añoran ver destellar el deseo en la mirada del otro cuando se desvisten. Ya no desafían juntos al destino, ni buscan desconectar del mundo para perderse en su desorden privado. Llegan a deshora a los mismos lugares, o toman desvíos opuestos que les conducen sin remedio al desencuentro. Sus desayunos se han vuelto descafeinados. Se despiden con desgana en el descansillo, soñando con encontrar algún desahogo en sus respectivos despachos. Desconfían el uno del otro. Se abandonan a la desidia. A veces se tratan con desdén. Han descubierto que el príncipe azul destiñe; que la princesa ya no deslumbra. Pronto decidirán desterrarse mutuamente de sus reinos particulares, encerrarse en sus burbujas desiertas y desoladoras. Se desmoronarán, gritarán hasta desgañitarse, dejarán olvidados en el desván los buenos recuerdos. El tiempo, desesperante, pasará despacio para ambos. Después desinfectarán sus heridas, desempolvarán su mejor sonrisa y volverán a deshojar margaritas.

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D _ _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)

V o Mi paraíso privado

Y cuando ya había asumido que pasaría solo el resto de mis días, apareció él. Sigo emocionándome cada vez que recuerdo nuestro primer encuentro. Irrumpió en mi vida como un tornado; me pilló por sorpresa, pero no dudé en darle cobijo. Le abrí las puertas de mi hogar y le ofrecí cuanto tenía sin reservas. Me gustó encontrar a alguien con quien poder compartir mi trocito de paraíso privado. Nuestra convivencia fue como la seda desde el principio. Le pusimos tanto empeño que no nos frenaron ni los problemas de comunicación. Nos bastaba un gesto o una mirada, un simple sí o no, para entendernos. Pero todo ha cambiado últimamente. Ceo que la rutina en esta isla remota nos está perjudicando. Ya no me dedica esas sonrisas francas, refunfuña a todas horas y me mira con reproche si le encargo alguna tarea doméstica. Incluso ha dejado de llamarme amo con el cariño con el que solía decirlo antes. Y yo, harto de sus malas caras, me pregunto a menudo si no me hubiera ido mejor siguiendo solo.

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Este personaje aparece en una novela del siglo XVIII de autor inglés.

V _ _ _ _ _ _

D o Día de aniversario

Lleva semanas esperando este día. Hoy seguirá el ritual, aunque las cosas sean diferentes este año. Bajará al mercado a por lo necesario para preparar su receta especial de aniversario. De regreso, comprará una rosa fresca para ella en la floristería de la esquina. Al llegar a casa, encenderá la radio; las voces de los tertulianos le harán compañía mientras cocina. Después pondrá la mesa para dos: mantel bordado, la vajilla de las grandes ocasiones y, en el centro, un jarrón con la rosa fresca. Finalmente, irá a cambiarse. Elegirá un traje oscuro y la corbata azul que ella le regaló por Navidad. Ante el espejo, la recordará diciéndole lo bien que le sienta ese color y notará que sus ojos miran hoy más tristes que nunca. Ya sentado a la mesa, abrirá la botella de vino. Llenará únicamente su copa. La alzará para brindar por ella, y no evitará que una lágrima ruede mejilla abajo.

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_ _ _ _ _ _ D (sustantivo femenino)

¿En qué palabra se inspira este cuento?