L o La amiga sonámbula

La sonámbula se mueve sin hacer ruido. Aun así, su compañera de habitación se ha despertado. Como cada noche. No se acostumbra a verla andar dormida, por lo que su sueño se ha vuelto ligero. Al principio, cuando la sorprendía ante la puerta intentando abandonar la habitación, se levantaba para acompañarla de vuelta a la cama. Entonces la sonámbula seguía durmiendo plácidamente, pero su compañera pasaba el resto de la noche en vela. Cansada de cargar con ojeras de insomnio, cambió de estrategia. Ahora cierra la puerta con llave y deja que su amiga deambule cuanto quiera por la habitación. Que se asome a la ventana abierta, si le apetece; no piensa impedírselo. De hecho, cree que la brisa nocturna puede sentarle bien: últimamente la sonámbula parece cansada, está más pálida y tiene una herida en el cuello que no acaba de curarse. Mientras ese murciélago que revolotea ante la ventana no amenace con atacar a su amiga, la compañera no piensa levantarse a ayudarla. Ya volverá ella a la cama por su propio pie.

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Este personaje aparece en una novela del siglo XIX de autor irlandés.

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D o Un sueño incómodo

Abrió los ojos, y al momento le invadió la sensación de haber dejado atrás un sueño incómodo. Se desperezó con calma y sonrió. Quiso quedarse todavía un rato más entre las sábanas, saboreando aquella sensación de alivio, pero las voces que llegaban desde el exterior llamaron su atención. Se levantó de la cama y se acercó a la ventana. En cuanto vio el corro de vecinos asombrados que se había formado ante su casa, supo que no lo había soñado. Desvió la mirada hacia la parcela de jardín que quedaba bajo su ventana, y allí estaba él. Sentado entre sus rosales. No parecía haberse movido del lugar en toda la noche. De nada habían servido los gritos pidiéndole que la dejara en paz ni el portazo en las narices. Allí seguía, cabizbajo, esperando pacientemente. Pero ella no cedería. No pensaba volver a perdonarle sus modales groseros. Ni que hubiera pisoteado sus rosales. Ni mucho menos que la hubiera puesto en evidencia ante los vecinos. A ver cómo les explicaba ella ahora la presencia de aquel animal en su jardín.

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Este personaje aparece en un cuento del siglo XX de autor guatemalteco.

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N o Una noche agitada

Ocurrió de madrugada. Desperté sobresaltada y busqué a tientas el interruptor de la lámpara sobre mi mesita de noche. Algo me inquietaba: sentía la garganta seca. Me levanté y fui hacia la puerta de la habitación. No había nadie más en casa, y aun así procuré no hacer ruido. Podía oír mi corazón latiendo con fuerza. Avancé por el oscuro pasillo, con cautela, hasta la cocina. Abrí la nevera, cogí la jarra de agua y llené un vaso. Después cerré la nevera y… nadie apareció escondido tras la puerta. Bebí el agua de un trago, como si mi vida dependiera de ello. Salí de la cocina y volví a toda prisa a mi habitación. Ya en la cama, con la luz apagada, pensé que debía dejar de ver películas de terror mientras durmiera sola. O al menos dejar de acompañarlas con palomitas y pasarme a los bombones, que dan menos sed.

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N _ _ _ _ _ _ _  (adjetivo masculino)

¿Cuál es la palabra oculta?

H o Realidad o ficción

Aquella noche estaba sola en casa. Se acomodó en el sillón con una taza de té caliente y la novela de terror que la tenía enganchada desde hacía días. No puso música de fondo: el silencio de la casa vacía le pareció más apropiado para crear el ambiente que requería aquella lectura. Abrió la novela y se sumergió en la historia. Devoraba una página tras otra. Leía tan concentrada que tardó en darse cuenta de que algo había roto el silencio: pasos. Lentos. Sigilosos. Si estaba sola en casa, ¿quién avanzaba furtivamente por el pasillo? Quiso creer que aquella historia de terror le estaba jugando una mala pasada; que le hacía imaginar cosas que no existían en realidad. Reanudó la lectura, deseando que los sonidos que oía cada vez más cerca acabaran desvaneciéndose entre las líneas de su libro.

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_ H _ _ _ _ _ _ _ (verbo transitivo)

Tu turno: dinos qué palabra es.

A o En el baile

Veinte minutos para la medianoche. Tenía que aguantar todavía veinte minutos más. Cenicienta nunca hubiera imaginado que un baile en palacio pudiera ser tan aburrido; ni un príncipe azul resultar tan soso. Atractivo e infinitamente rico, sí, pero con menos conversación que un pastel de manzana. Por no hablar de sus pocas dotes para el vals: tras recibir el tercer pisotón, temiendo por unos pies ya de por sí torturados por sus zapatos de cristal nuevos, Cenicienta le había propuesto sentarse para descansar y charlar tranquilamente. No tardó en arrepentirse. El príncipe, víctima de un ataque de timidez, no había pronunciado una sola palabra desde entonces. Cenicienta se moría por huir del palacio con cualquier excusa, pero debía esperar a que el hada madrina la recogiera a medianoche. Diecinueve minutos más. Si al menos pudiera deshacerse de aquellos odiosos zapatos de cristal…

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A _ _ _ _ (adverbio tiempo)

¿Cuál es la palabra oculta entre letras?