Hace semanas que el abuelo murió, pero el perro sigue estirándose ante la butaca de su difunto amo. Por más que el resto de la familia intente atraerlo con halagos, pelotas o promesas de largos paseos por el parque, el perro siempre vuelve a su ubicación estratégica. La familia, conmovida al ver cuánto añora el pobre animal a su amo, acaba rindiéndose y dejándolo tranquilo. Es entonces cuando el perro puede disfrutar con calma de las caricias del fantasma del abuelo, a quien nadie más ve.
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_ X _ _ _ _ _ _ (verbo transitivo)
Y la palabra oculta es… Tenéis hasta el jueves para adivinarlo.