X o Ante la butaca

Hace semanas que el abuelo murió, pero el perro sigue estirándose ante la butaca de su difunto amo. Por más que el resto de la familia intente atraerlo con halagos, pelotas o promesas de largos paseos por el parque, el perro siempre vuelve a su ubicación estratégica. La familia, conmovida al ver cuánto añora el pobre animal a su amo, acaba rindiéndose y dejándolo tranquilo. Es entonces cuando el perro puede disfrutar con calma de las caricias del fantasma del abuelo, a quien nadie más ve.

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_ X _ _ _ _ _ _ (verbo transitivo)

Y la palabra oculta es… Tenéis hasta el jueves para adivinarlo.

O o Disparidad de criterios

Nadie se esforzaba más que aquellos personajes en aparentar lo que no eran. Ante el narrador, dondequiera que estuviera, se mostraban dóciles y serviciales. «Partid”, decía él, y ellos viajaban tan lejos como hiciese falta. “Luchad”, pedía él, y ellos se entregaban a la batalla en cuerpo y alma. “Morid”, ordenaba, y ellos morían sin rechistar; aunque no estuvieran de acuerdo. Fue precisamente esa disparidad de criterios lo que les decidió a planear su rebelión. Celebraban sus reuniones secretas cada vez que el narrador se entretenía con alguna subtrama de la historia. Poco a poco, fueron urdiendo un plan infalible para acabar con aquella tiranía literaria. En su escondite, se vanagloriaban de no haber dejado un solo cabo suelto. Pero ninguna conspiración permanece oculta durante mucho tiempo ante alguien que lo sabe todo, lo ve todo, lo determina todo. Y la venganza de un narrador ofendido, sobre todo si se aproxima el final de una novela épica, puede ser antológica.

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O _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ (adjetivo)

¿Qué palabra esconde este microrrelato? Tenéis hasta el jueves a las 22:00 para hacer vuestras apuestas.

A o Lecciones de anatomía

Hace años que no dibuja, pero de algo debieron servirle las clases particulares que le obligaron a tomar de niño. Entonces no entendía por qué la anciana que su madre contrató como profesora le hacía estudiar los movimientos de aquel estúpido maniquí de madera. Sentado ante un lápiz afilado, una hoja llena de esbozos y un vaso de leche, contaba los minutos que faltaban para bajar a la calle a jugar a polis y cacos con sus amigos. De aquellas lecciones de anatomía aprendió lo justo para comprender que la pierna del hombre que está dibujando ahora se ha doblado en un ángulo imposible. Pero ese detalle no logra hacerle perder la concentración. Reproduce fielmente la postura adoptada por su modelo. Con trazo firme, sigue rayando el suelo con su tiza hasta completar la figura. Mientras sus compañeros intentan mantener alejados a los primeros curiosos, él se incorpora. Retrocede unos pasos, con cuidado de no pisar la pierna extrañamente doblada del cadáver, y contempla su obra de arte.

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_ _ _ _ _ _ A (sustantivo femenino)

 

¿Cuál es la palabra entre líneas? Tenéis hasta el jueves a las 22:00 (hora del blog) para dejar vuestras respuestas.

N o Un lunes fatídico

Aquel lunes fatídico caía una lluvia fina. O quizás amaneció tan despejado como el día anterior. Han pasado tantos años que nadie lo recuerda con exactitud. Él salió de casa temprano, soñoliento y pálido, impecablemente vestido de lino blanco. Algunos testigos aseguran que destilaba la misma alegría que apenas unas horas antes, cuando todo el pueblo festejaba la boda. Otros sostienen que el mal humor se leía claramente en su rostro. A aquellas alturas, muchos sabían ya que los gemelos iban a por él: los dos hermanos lo proclamaban sin reparos, y la noticia había corrido como la pólvora entre los vecinos. Pero ninguno de quienes se cruzaron con él aquella mañana le advirtió; debían de pensar que ya estaba avisado, o puede que decidieran que aquel asunto de honor no les incumbía. Sucedió hace tanto tiempo que los hechos han quedado diluidos en la memoria colectiva. Lo único que todos recuerdan a ciencia cierta es que, aquella noche, él no llegó vivo a casa.

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Este personaje aparece en una novela del siglo XX de autor colombiano.

_ _ _ _ _ _ _ _  N _ _ _ _

Ñ o Mañana de otoño

Una mañana otoñal, un señor entrado en años se empeña en subir a una montaña sin compañía. La hazaña soñada se hace añicos cuando el señor, poco mañoso, resbala y se despeña. Acaba hecho un guiñapo. Casi desriñonado. Por mucho que se desgañita, nadie oye sus gruñidos. Ni siquiera el pastor que ordeña a su rebaño en un terreno aledaño. El señor, incapaz de moverse por el leñazo, refunfuña: teme que le ataquen las alimañas. El sol daña su cabeza, y los recuerdos añejos se adueñan de su mente. Castañas y piñones en su niñez. El guiño de ojos de una quinceañera. Un cumpleaños en una cabaña de la campiña. Dos cuerpos enmarañados sobre una alfombra de armiño. Lasaña con salsa boloñesa. Las riñas navideñas con su cuñado. Carantoñas al retoño que trajo la cigüeña. Buñuelos regados con coñac… Entonces la ve: una extraña señora de negro le señala con su guadaña. A regañadientes, acepta que la muerte ha llegado para ensañarse con su desgracia. Que la diña. Pestañea, pero la vista le sigue engañando: no reconoce al leñador que escudriña sus rasguños.

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_ _ _ _ Ñ _ _ _ _ _ (sustantivo femenino)

Dirías que la palabra entre líneas es…