V o Sólo un instante

Alicia titubeó. No sabía si acercarse al conejo blanco que -podía jurarlo- acababa de guiñarle un ojo o permanecer sentada en la butaca, junto a su hermana. Dudó sólo un instante. Cuando por fin reaccionó, el mago ya había hecho desaparecer al animal dentro de su chistera.

*

V _ _ _ _ _ _ (verbo intransitivo)

¿Cuál es la palabra entre líneas? Dejad vuestros comentarios hasta el jueves a las 22:00.

P o Un silencio elocuente

Aquel silencio lo dijo todo. La reina comprendió que ya no importaba cómo respondiera a su pregunta el curioso espejo mágico que acababan de regalarle. Por muchas explicaciones que le diera, nada sería tan elocuente como su titubeo inicial. Cerró los ojos, repentinamente cansada, y lo vio claro. Entendió, por fin, cuánta mentira encerraban las verdades de sus cortesanos. Entonces se preguntó de qué le servía rodearse de aduladores si se sentía tan sola. Para qué quería tantas riquezas si no le hacían sentir menos pobre. Así que se levantó del trono con la cabeza bien alta, aunque no pudo disimular una sonrisa triste. Con gran dignidad, se tomó todo el tiempo del mundo para huir cuanto antes del salón real.

*

P _ _ _ _ _ _ _ (sustantivo femenino)

¿Cuál es la palabra entre líneas? Tenéis hasta el jueves para adivinarla.

Ñ o Juego de manos

Con un hábil movimiento de dedos, el mago se apropia del reloj de pulsera sin que el espectador del traje elegante se dé cuenta. Sigue distrayéndole con sus charla y sus gestos histriónicos durante unos instantes más, hasta que, por fin, le pregunta la hora. Cuando el espectador descubre que su valioso reloj ha desaparecido, palidece. El público mira con asombro al mago. Este, esbozando una media sonrisa traviesa, se vuelve hacia su ayudante, que aguarda de pie en el escenario. Cuando la chica abre la bolsa de tela que sostiene en la mano y saca de su interior el reloj desaparecido, el público rompe en aplausos. La ovación acompaña a la ayudante mientras baja del escenario y, con paso coqueto, se acerca a devolver el reloj a su propietario. Todavía incrédulo, el espectador del traje elegante coloca el reloj de imitación en su muñeca creyendo que es el suyo. Nadie nota que el mago ha metido la mano en su bolsillo y palpa con disimulo el reloj auténtico.

*

_ _ _ _ Ñ _ _ (verbo transitivo)

¿Ya habéis descubierto la palabra oculta? Dejad vuestras respuestas antes del jueves.

X o Una mentira inocente

Confieso que llevo años engañando a la aldea. Mi farsa involuntaria comenzó el día en que un vecino me visitó con un problema menor. Me pilló con poca inspiración y menos ganas de trabajar, así que salí del paso con lo primero que encontré: un poco de caldo de la cena, un par de ingredientes tomados al azar de mi despensa y, voilà, ya tenía el remedio perfecto. Le aseguré que aquel brebaje le daría fuerza suficiente para enfrentarse a cualquier problema. Me refería a fuerza moral, pero mi vecino no lo interpretó bien: explicó en la aldea que yo había inventado una pócima mágica que otorgaba poderes sobrenaturales. Desde entonces, decenas de vecinos hacen cola ante mi casa a diario para adquirir mi remedio. Y deben de creer que funciona, porque siempre vuelven a por más. A mí me sabe mal quitarles la ilusión. Menuda decepción les causaría ahora descubrir que no les vendo poderes sobrenaturales, sino un simple sorbito de sopa de pollo para calentar su autoestima.

*

Este personaje aparece en varias historietas del siglo XX de autor francés.

_ _ _ _ _ _ _ _ X

R o El buen samaritano

Visto y no visto. Hace unas horas yo no era más que la hija de un sencillo molinero, pero acabo de convertirme en la mujer que ha dejado boquiabierto al mismísimo rey con mi habilidad para transformar paja en oro. Papá observa el hilo dorado con asombro infinito; resulta irónico, si consideramos que fue él quien me metió en este embrollo con sus fanfarronadas. ¿Realmente esperaba que su hija supiese convertirse en una alquimista de la rueca para complacer al rey? Si no fuera por ese enano generoso que ha aparecido de improviso en la habitación, ahora el rey estaría observando el mismo enorme montón de paja con el que me encerró hace un rato. Y dudo que la broma le hubiera parecido graciosa. Por suerte, el enano se ha ofrecido a trabajar por mí a cambio de un simple collar. Sin perder tiempo, ha saltado a la rueca y, con dedos hábiles, ha transformado hasta la última brizna en oro. Apenas he podido agradecerle su ayuda antes de que se esfumara. Ni siquiera me ha dicho su nombre.

*

Este personaje aparece en una colección de cuentos recopilados por dos autores alemanes en el siglo XIX.

R _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _