Viene al mercado prácticamente a diario, aunque nunca le he visto comprar nada. Suele pasearse entre los tenderetes sin apenas examinar la mercancía. Intenta pasar desapercibido, y lo cierto es que su aspecto anodino le ayuda a conseguirlo. Pero a mí no me engaña: hay algo extraño en ese chico. Quizás sea su manera de analizarlo todo. Anda por el mercado como ausente, sin mirar realmente lo que ve. De vez en cuando alza ligeramente la cabeza e inspira con profundidad. Si algún aroma capta su atención, entonces sí, observa con interés cuanto le rodea, como queriendo buscar el origen de ese olor. Hoy le he visto detenerse, cerrar los ojos e inspirar muy despacio. Instantes después ha abierto los ojos de nuevo, ha vuelto sobre sus pasos y ha emprendido la marcha tras una joven con la que acababa de cruzarse. El brillo ambicioso de su mirada me ha hecho estremecer.
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Este personaje protagoniza una novela del siglo XX de autor alemán.
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