I o Carta sin remitente

El sobre que encontró en su buzón no llevaba remitente ni destinatario. De hecho, estaba completamente en blanco. No esperó a entrar en casa: abrió el sobre allí mismo y, con sumo cuidado, extrajo de su interior un papel tan vacío como el sobre. Miró a derecha e izquierda, confusa, como esperando que alguien le explicara aquella extraña broma. Pero, por mucho que se hubiese esforzado, no habría podido descubrir al hombre que la observaba a muy corta distancia. El admirador avanzó hacia ella, aun sabiendo que le sería imposible hacerse notar. Le hubiera gustado decirle que el papel estaba en blanco, pero no vacío: había volcado en aquella carta todos sus sentimientos. Qué le iba a hacer si la tinta de su escrito era tan invisible como él mismo.

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_ _ _ _ I _ _ (sustantivo masculino)

¿Sabéis cuál es la palabra entre líneas? Dejad vuestra respuesta hasta el jueves a las 22:00.

U o Cambio por sorpresa

Los niños están atónitos. No le quitan ojo al extraño ser que se pasea ante la pizarra, retándoles con la mirada en un perturbador plano picado. El profesor de Lengua anodino al que era fácil torearse ha sido sustituido por un hombre enérgico que ha irrumpido en clase con intención de poner los puntos sobre las íes. Parecen la misma persona, pero los alumnos saben que no lo son. El profesor de ayer dejaba languidecer todas sus frases en dubitativos puntos suspensivos; el de hoy remata cada afirmación con un categórico punto y aparte. La clase mantiene una calma incómoda. En el ambiente flota un gran signo interrogativo. Los niños se miran furtivamente, arquean las cejas e intercambian comentarios en voz baja. En la última fila nace el rumor de una abducción alienígena, el primer paso de un malvado plan extraterrestre para suplantar a todos los profesores de Lengua y acabar dominando el mundo. Ignoran que la respuesta se esconde, como un tesoro entre corchetes, en el maletín del profesor: un libro de autoayuda recién estrenado.

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U _ _ _ _ _ _ (verbo transitivo)

M o Una deuda pendiente

Apartar la cortina sutilmente y espiar por la ventana se ha convertido en mi primera rutina del día. Y cada vez que lo hago lo encuentro allí, apostado al otro lado de la calle. Impasible. Esperando a que yo aparezca. Ni siquiera trata de esconderse; de hecho, esa es precisamente su estrategia: evidenciar su presencia constante e inevitable para minar mi voluntad. Mientras me visto con la ropa más gris que encuentro en mi armario, debo admitir que lo está consiguiendo. Y no es porque me recuerde lo que debía haber hecho y no hice: esa deuda pendiente pesaba en mi conciencia por sí sola antes de que él apareciera. No sé cómo hacerle entender que la saldaría si pudiera, pero él no me lo pone fácil. Su empeño en seguirme a todas partes con ese insultante disfraz de colores estridentes me impide realizar mi trabajo. Un detective privado debe ser discreto. No puedo espiar al marido infiel de mi clienta con una gallina gigante irremediablemente pegada a mis talones.

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M _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)

M o Tras la máscara

Mi querido amigo, no se deje engañar. Ese hombre de reputación intachable y gesto educado al que todos admiran es, en realidad, el mayor delincuente que pueda imaginar. Un auténtico Napoleón del crimen, créame. La inteligencia y el talento de M para las matemáticas son innegables; pero no es menos cierto que posee una mente maquiavélica. Se esconde tras esa prestigiosa máscara intelectual, pero cuenta con una red de sicarios dispuestos a ejecutar cualquier maldad bajo sus órdenes. Es vil y despiadado; no muestra compasión si alguien le traiciona. Sé lo que está pensando, amigo mío. Usted cree que desacredito a M porque siento celos de su popularidad, pero se equivoca. Admiro su genialidad: es el único hombre al que puedo considerar un verdadero rival. Aunque sí, debo admitirlo, estoy dolido con él. Hace tiempo que no me reta con alguna de sus fechorías. Creo que ya no le estimula enfrentarse a mí. Sospecho que está viendo a otro.

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Este personaje aparece en varias obras de los siglos XIX y XX de autor escocés.

_ _ _ _ _  M _ _ _ _ _ _ _

L o La amiga sonámbula

La sonámbula se mueve sin hacer ruido. Aun así, su compañera de habitación se ha despertado. Como cada noche. No se acostumbra a verla andar dormida, por lo que su sueño se ha vuelto ligero. Al principio, cuando la sorprendía ante la puerta intentando abandonar la habitación, se levantaba para acompañarla de vuelta a la cama. Entonces la sonámbula seguía durmiendo plácidamente, pero su compañera pasaba el resto de la noche en vela. Cansada de cargar con ojeras de insomnio, cambió de estrategia. Ahora cierra la puerta con llave y deja que su amiga deambule cuanto quiera por la habitación. Que se asome a la ventana abierta, si le apetece; no piensa impedírselo. De hecho, cree que la brisa nocturna puede sentarle bien: últimamente la sonámbula parece cansada, está más pálida y tiene una herida en el cuello que no acaba de curarse. Mientras ese murciélago que revolotea ante la ventana no amenace con atacar a su amiga, la compañera no piensa levantarse a ayudarla. Ya volverá ella a la cama por su propio pie.

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Este personaje aparece en una novela del siglo XIX de autor irlandés.

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