R o La vida sigue

Siguen gritando, bailando, corriendo, saltando de árbol en árbol. Siguen siendo libres, despreocupados, salvajes hasta no poder más. Pero algo ha cambiado en los habitantes de la isla imaginaria desde que el niño con traje de lobo regresó a casa. Echan de menos a su pequeño rey. Por eso, de vez en cuando, alguno de ellos desvía la mirada hacia el mar. Creyendo que nadie lo nota, otea el horizonte, con la secreta esperanza de divisar un barquito acercándose a la playa.

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_ _ _ _ _ R _ _ (sustantivo masculino)

¿Adivináis qué palabra inspira el microrrelato?

¡NUEVA META VOLANTE!
Como en la anterior, tendréis que descubrir con qué microrrelato anterior está hermanado este microrrelato. Una vez más, son dos puntos de vista de la misma historia. El primer comentarista que deje escritos el título y el link del microrrelato hermanado, conseguirá 2 puntos extra.

H o Winter is coming

A menudo sueña con ser lo que no es. Un surfista entregado al dolce far niente en una playa paradisíaca de Hawaii. Un rascacielos que contempla la ciudad, en plano picado, desde la seguridad que aportan sus cien pisos de altura. Una estrella del pop a la que todos adoran. Hoy se imagina en plena montaña, donde el frío arrecia más que entre las sábanas de su cama. Puede que llueva, o incluso que haya empezado a nevar. Tiene los pies helados y muy pocas ganas de moverse. Se cubre con el edredón hasta la cabeza, fingiendo que se ha resguardado en lo más profundo de una cueva cálida. Además de protegerle del mal tiempo, la falsa cueva le aísla del exterior. De los ruidos. De los peligros. De los problemas. Cierra los ojos y lanza un gruñido de satisfacción. Podría quedarse así, ajena al mundo, toda la mañana. Incluso el día entero. Cuando el letargo le vence, sueña que programa el despertador para que no la despierte hasta que llegue la primavera.

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H _ _ _ _ _ _ _ (verbo intransitivo)

Si habéis descubierto la palabra oculta, dejad vuestros comentarios hasta el jueves.

X o Razones de peso

Le diría que no había podido acabar los deberes. Que su madre le había obligado a hacer la colada, planchar la ropa o cualquier otra tarea doméstica. O, mejor aún, que sintió un repentino dolor de barriga y tuvieron que salir corriendo a urgencias. ¿Que un centenar de amigos famélicos se había presentado en casa de improviso y toda la familia se vio obligada a cocinar hasta las tantas para saciar su apetito? O quizás que le había retenido un atracador en el supermercado cuando acompañaba a su padre a la compra. ¿Que un león escapado del zoo se había colado en su habitación y no le dejaba acercarse a la mesa de estudio? ¿Que una bruja malvada había convertido en confeti su libreta de apuntes? ¿Que le secuestró una nave alienígena y no le liberó hasta pasada la medianoche? El niño resopló, vencido. Definitivamente, le costaría menos acabar los deberes que encontrar una excusa convincente.

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_ _ _ _ _ X _ _ (sustantivo masculino)

V o Una nueva aventura

Cada vez que se agitan las hojas de los árboles más cercanos a su nuevo hogar, Dorothy siente mariposas en el estómago. Si la cosa no pasa de ahí, Toto simplemente levanta las orejas durante unos instantes para continuar después con su siesta. Pero si el viento se pone juguetón e incita a las ramas a repiquetear en las ventanas del segundo piso, Dorothy esboza una sonrisa. Su tía levanta la vista de su lectura, intranquila, pero no llega a decir nada. Si la puerta mal cerrada de la cocina se une al juego y golpea con insistencia, Toto se incorpora y empieza a gruñir. Dorothy se acerca a la ventana, nerviosa, justo a tiempo para ver cómo una ráfaga traviesa tumba una silla en el porche. Su tía suelta un “Otra vez no” preocupado, mientras su tío, que sigue con la nariz enterrada entre las páginas del periódico, sentencia que no está dispuesto a comprar una tercera granja. Llegado ese punto, Dorothy cierra los ojos y desea, con todas sus fuerzas, que la aventura comience de nuevo.

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V _ _ _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)

T o Media hora después

Se le fue el santo al cielo. Alguna inexplicable razón hizo que, aquella noche, el lobo feroz remolonease más de la cuenta a pie de página y apareciese en el cuento con media hora de retraso. En el lugar donde solía encontrarse con Caperucita cada noche no había ni rastro de la criatura. Probablemente estaría llegando ya a casa de la Abuelita. El lobo decidió jugárselo todo en un último intento y echar a correr bosque a través para llegar a la casa antes que la niña. Quizás así pudiera reconducir una historia que, aquella noche, olía a fracaso absoluto. Mientras corría, el lobo notó que los árboles se volvían extrañamente borrosos. Él mismo empezó a desdibujarse, lo que le hacía avanzar cada vez con mayor dificultad. Todo se iba haciendo confuso. Agotado de esperar al lobo feroz durante tanto rato, el niño que leía el cuento en su cama noche tras noche cayó finalmente dormido. Entonces lobo, bosque e historia se perdieron en la oscuridad.

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T _ _ _ _ (adverbio tiempo)