Y o Cuestiones de familia

El historiador y la adivina vuelven a discutir. Él acusa a su esposa de no quererle como antes y se lamenta por los buenos tiempos perdidos. Ella echa en cara a su marido un cambio de actitud que hará que la relación vaya de mal en peor. Ninguno de los dos se fija en que, en este mismo instante, su hijo se encierra en la habitación, harto de sus gritos.

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_ _ Y (adverbio)

¿Cuál es la palabra entre líneas? Dejad vuestros comentarios hasta el jueves.

Y o El invitado tedioso

Es el centro indiscutible de la velada. Sentados a la mesa, todos prestan atención al invitado. Admiran sus anécdotas insoportables, ríen sus chistes anodinos, alaban sus opiniones sin criterio sobre los temas más superficiales. Y parecen encantados con él. El invitado parlotea sin parar, disfrutando de su estatus de mono de feria. Cuando el padre manifiesta su pasión por la pesca, él propone acompañarle un fin de semana. Cuando el hijo se declara fan del grupo del momento, él promete colarle en su próximo concierto. Cuando la hija acaricia su brazo y le mira con ojos enamorados, él confiesa sentirse el hombre más afortunado del planeta. Luego se vuelve hacia la madre y asegura entender ya de dónde ha heredado su belleza la hija. Pero la madre no se deja impresionar por halagos. Sabe que el invitado es pura fachada. Agradece su cumplido con una sonrisa educada y con una mirada que dura algo más de lo debido. Lo justo para advertirle que el secreto que ambos comparten debe seguir escondido.

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Y _ _ _ _ (sustantivo masculino)

W o Puesta en escena

Creía haber previsto todas las alternativas posibles. Si los resultados eran buenos, caminaría hasta el atril sin prisas, luciendo una amplia sonrisa de satisfacción. Alzaría las manos enlazadas en gesto de victoria y dejaría que el público aplaudiera a rabiar hasta calmar su ego. Entonces, con un estudiado gesto de modestia, le pediría que parara. Tras unos segundos de silencio para generar expectativas, soltaría su discurso triunfal. Si los resultados no eran favorables, se acercaría al atril con una sonrisa humilde, sin enlazar las manos, pero igualmente dejaría que el público se explayara en sus aplausos de ánimo antes de hacerlo callar. Tras la pausa dramática, pronunciaría un discurso agradecido y cargado de promesas de futuro. Pero no había previsto un resultado tan desastroso como para no tener un público ante el que aparecer. Más allá del atril, sólo quedaban su mujer, sus hijos somnolientos y algunos conocidos que miraban el reloj con impaciencia. Así que ni siquiera pisó el escenario. Desde bambalinas, tecleó algo en su móvil con rapidez. “Te espero en la puerta”, comunicó a su mujer. E hizo un discreto mutis por el foro.

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_ _ _ W (sustantivo masculino)

S o Una buena excusa

Oigo sus voces al otro lado de la puerta. Han dejado de verme como uno más de la familia, así que ya no se preocupan de bajar la voz cuando discuten por mí. Creen que no soy capaz de entenderles, pero puedo hacerlo. Y me entristece oír cómo me desprecia papá. Y sufro al oír el llanto de mamá. Y me emociona oír las palabras conciliadoras de mi hermana y sus pasos hacia mi habitación. Me escondo bajo el sofá antes de que abra la puerta. Prefiero que no me vea con este aspecto, y sé que ella agradece no tener que verme así. Me gustaría dejar mi escondite y explicarle que yo no quería nada de esto. Simplemente pedí poder quedarme en cama una mañana. No sé por qué al escritor se le ocurrió que la mejor excusa para ausentarme del trabajo era transformarme en un bicho repulsivo, en vez de adjudicarme un resfriado o un ataque de apendicitis. Si por lo menos me hubiera convertido en gato siamés, ahora podría pasar las noches cómodamente sentado en el regazo de mamá.

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Este personaje protagoniza un relato del siglo XX de autor checo. El nombre a descubrir está en el idioma original.

_ _ _ _ _ _   S _ _ _ _

R o El buen samaritano

Visto y no visto. Hace unas horas yo no era más que la hija de un sencillo molinero, pero acabo de convertirme en la mujer que ha dejado boquiabierto al mismísimo rey con mi habilidad para transformar paja en oro. Papá observa el hilo dorado con asombro infinito; resulta irónico, si consideramos que fue él quien me metió en este embrollo con sus fanfarronadas. ¿Realmente esperaba que su hija supiese convertirse en una alquimista de la rueca para complacer al rey? Si no fuera por ese enano generoso que ha aparecido de improviso en la habitación, ahora el rey estaría observando el mismo enorme montón de paja con el que me encerró hace un rato. Y dudo que la broma le hubiera parecido graciosa. Por suerte, el enano se ha ofrecido a trabajar por mí a cambio de un simple collar. Sin perder tiempo, ha saltado a la rueca y, con dedos hábiles, ha transformado hasta la última brizna en oro. Apenas he podido agradecerle su ayuda antes de que se esfumara. Ni siquiera me ha dicho su nombre.

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Este personaje aparece en una colección de cuentos recopilados por dos autores alemanes en el siglo XIX.

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