A o En el baile

Veinte minutos para la medianoche. Tenía que aguantar todavía veinte minutos más. Cenicienta nunca hubiera imaginado que un baile en palacio pudiera ser tan aburrido; ni un príncipe azul resultar tan soso. Atractivo e infinitamente rico, sí, pero con menos conversación que un pastel de manzana. Por no hablar de sus pocas dotes para el vals: tras recibir el tercer pisotón, temiendo por unos pies ya de por sí torturados por sus zapatos de cristal nuevos, Cenicienta le había propuesto sentarse para descansar y charlar tranquilamente. No tardó en arrepentirse. El príncipe, víctima de un ataque de timidez, no había pronunciado una sola palabra desde entonces. Cenicienta se moría por huir del palacio con cualquier excusa, pero debía esperar a que el hada madrina la recogiera a medianoche. Diecinueve minutos más. Si al menos pudiera deshacerse de aquellos odiosos zapatos de cristal…

*

A _ _ _ _ (adverbio tiempo)

¿Cuál es la palabra oculta entre letras?

P o Las siete acróbatas

Recorren la cuerda floja cada noche sin miedo a caerse. Suelen vestir de negro: reservan el blanco para ocasiones especiales. Algunas llevan sombrero; otras prefieren salir a escena con una elegante sombrilla que les ayuda a mantener el equilibrio. Cuando el director se lo ordena, las siete acróbatas se balancean ágilmente y saltan a otra de las cuerdas: tienen cinco para elegir. A ratos avanzan con energía; después cambian el ritmo y danzan tan delicadamente que parecen flotar. De vez en cuando, dos de ellas se toman de la mano para ejecutar una figura conjunta. Cuando el espectáculo acaba, las siete acróbatas desaparecen. Las cinco cuerdas equidistantes quedan vacías, pero conservan el eco de sus pasos melodiosos.

*

P _ _ _ _ _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)

La palabra que inspira el cuento es…

Q o Antes del baile

El hada madrina resopló. Llevaba horas agitando su varita mágica, haciendo aparecer infinidad de vestidos para el baile, pero ninguno convencía a Cenicienta. Los encontraba demasiado feos o demasiado cortos, demasiado recatados o demasiado ceñidos. Las exigencias de aquella niña caprichosa agotaban su paciencia. Ni siquiera la princesa del guisante, famosa por sus remilgos, le había causado tantos problemas. Se acercaba la medianoche, y Cenicienta seguía despreciando vestido tras vestido: demasiado clásico, demasiado azul, demasiado… El hada madrina no pudo soportarlo más. Agitó su varita de nuevo y convirtió a la chica en una silenciosa calabaza. Entonces sonrió, aliviada y sin remordimientos.

*

Q _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ (adjetivo femenino)

¿De qué palabra estamos hablando?