“Recógeme a las nueve”, le respondió Marilyn. Aunque él no recordaba haber dirigido la palabra a la caniche, ni mucho menos haber acordado una cita con ella. Desconcertado, bajó la mirada para ocultar su sonrojo y se apresuró a terminar el poema que llevaba doce semanas escribiendo sobre la mesa con granos de café. Luego, a modo de despedida, musitó una respuesta plausible a la Conjetura de Hodge que nadie más que él oyó y se apeó del velero en marcha, alejándose a zancadas campo a través. Acababa de doblar la segunda esquina cuando un canto de sirenas le abanicó las orejas. Dirigió su telescopio hacia la última ventana del rascacielos más alto justo en el momento en el que una iguana rusa le dedicaba una insinuante caída de ojos. “Su pantalón ya está perfectamente lavado y planchado, señor”, leyó en sus labios. Pero él, que siempre había preferido la comodidad de las faldas escocesas, decidió dar media vuelta y cubrirse con la sábana hasta la nariz.
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_ _ _ K _ _ _ _ (adjetivo masculino)