K o Un día insólito

“Recógeme a las nueve”, le respondió Marilyn. Aunque él no recordaba haber dirigido la palabra a la caniche, ni mucho menos haber acordado una cita con ella. Desconcertado, bajó la mirada para ocultar su sonrojo y se apresuró a terminar el poema que llevaba doce semanas escribiendo sobre la mesa con granos de café. Luego, a modo de despedida, musitó una respuesta plausible a la Conjetura de Hodge que nadie más que él oyó y se apeó del velero en marcha, alejándose a zancadas campo a través. Acababa de doblar la segunda esquina cuando un canto de sirenas le abanicó las orejas. Dirigió su telescopio hacia la última ventana del rascacielos más alto justo en el momento en el que una iguana rusa le dedicaba una insinuante caída de ojos. “Su pantalón ya está perfectamente lavado y planchado, señor”, leyó en sus labios. Pero él, que siempre había preferido la comodidad de las faldas escocesas, decidió dar media vuelta y cubrirse con la sábana hasta la nariz.

*

_ _ _ K _ _ _ _ (adjetivo masculino)

B o Noche en vela

Adora trabajar en horario nocturno. Desde las ramas más altas, vigila que nada perturbe al bosque dormido. Las noches suelen ser tranquilas para él, pero hoy nadie duerme. Los animales, concentrados bajo su árbol, están impacientes. Esperan el eclipse: un espectáculo así bien merece pasar la noche en vela. Lo malo es que el eclipse se retrasa y los habitantes del bosque empiezan a inquietarse. Para evitar que los ánimos se caldeen, él, como vigilante responsable que es, decide entretener a sus vecinos hasta que llegue el eclipse. Les cuenta historias sobre la vida nocturna en el bosque. Son historias divertidas, románticas, terroríficas. Historias sucedidas bajo la luz de la luna. Todos los animales le escuchan embelesados. Ninguno se pierde ni una sola de sus palabras. Tan concentrados están en sus historias que nadie lo nota: la luna se ha ido apagando hasta casi desaparecer.

*

B _ _ _ (sustantivo masculino)

T o Fervor de juventud

No intenten justificar su comportamiento atribuyéndolo al fervor de la juventud. Seamos sinceros: por mucho que mi dueño se empeñe en seguir llevando esos pantalones de colegial, dejó de ser un chaval hace años. Lo suyo no es ímpetu juvenil, sino inconsciencia supina. Acepto que su profesión le obligue a recorrer el mundo en busca de noticias insólitas, conflictos armados o misterios por resolver; de hecho, me gusta vivir con él ese ajetreo. Pero algunos días preferiría que se limitara a escribir crónicas falsas desde su habitación de hotel, mientras yo descanso a sus pies royendo un buen hueso, en vez de lanzarse de cabeza al peligro sin escuchar mis advertencias. Hoy es uno de esos días. Mi dueño se ha vuelto a meter en problemas, y no veo que su amigo el marino malcarado ande cerca para ayudarle. Como siempre que las cosas se ponen realmente feas, seré yo quien eche el resto para salvarle el flequillo.

*

Este personaje protagoniza varias historietas del siglo XX de autor belga.

T _ _ _ _ _

S o Una buena excusa

Oigo sus voces al otro lado de la puerta. Han dejado de verme como uno más de la familia, así que ya no se preocupan de bajar la voz cuando discuten por mí. Creen que no soy capaz de entenderles, pero puedo hacerlo. Y me entristece oír cómo me desprecia papá. Y sufro al oír el llanto de mamá. Y me emociona oír las palabras conciliadoras de mi hermana y sus pasos hacia mi habitación. Me escondo bajo el sofá antes de que abra la puerta. Prefiero que no me vea con este aspecto, y sé que ella agradece no tener que verme así. Me gustaría dejar mi escondite y explicarle que yo no quería nada de esto. Simplemente pedí poder quedarme en cama una mañana. No sé por qué al escritor se le ocurrió que la mejor excusa para ausentarme del trabajo era transformarme en un bicho repulsivo, en vez de adjudicarme un resfriado o un ataque de apendicitis. Si por lo menos me hubiera convertido en gato siamés, ahora podría pasar las noches cómodamente sentado en el regazo de mamá.

*

Este personaje protagoniza un relato del siglo XX de autor checo. El nombre a descubrir está en el idioma original.

_ _ _ _ _ _   S _ _ _ _

K o La odiosa criatura

Llevo rato observándole. Ni siquiera me he molestado en esconderme entre la maleza para pasar desapercibido: sé que el cachorro no me tiene miedo. Cualquiera de sus hermanos hubiera huido despavorido al saber que yo, el auténtico y temible señor de la selva, merodeo por los alrededores. Pero él no es como el resto de la manada. Esa odiosa criatura no sólo no me teme, sino que se atreve a mantener mi mirada, desafiante. Si intento intimidarle con un rugido amenazador, me responde con una carcajada despreocupada. Se cree a salvo. Tiene claro que no me acercaré a él mientras ande con sus dos eternos compañeros: no quiero llevarme el zarpazo de un oso descomunal, ni me apetece enfrentarme a una pantera astuta. Pero algún día esos dos no estarán al lado del cachorro para protegerle. Ese día le explicaré con todo detalle quién manda en esta selva.

*

Este personaje aparece en una obra del siglo XIX de autor británico.

_ _ _ _ _   K _ _ _