Le llamó la atención en cuanto lo vio: apenas un par de frases y la tuvo ganada. Desde entonces, ella prácticamente no se ha separado de él. Cuanto más lo descubre, más desea tenerlo a su lado. Si las circunstancias no permiten que la acompañe, lo lleva en sus pensamientos. Han vivido semanas de pasión constante, pero hace ya un par de días que ella presiente el final muy cerca. No es lo que desea, y sospecha que él tampoco lo quiere; pero ambos sabían desde un principio que su historia terminaría sin poder remediarlo. Ella intenta retrasar el momento. Saborea cada pequeño detalle para recordarlo de por vida. Cuando al fin llega lo inevitable, cierra el libro recién acabado y, con una sonrisa agridulce, lo deja sobre la mesita.
*
L _ _ _ _ _ _ (sustantivo femenino)
Si sabéis cuál es la palabra oculta, podéis dejar un comentario. El jueves, día límite.
¿Lectura?
Pues, Amkiel, en realidad la respuesta original era lectora… Pero puesto que tu palabra es casi idéntica y encaja perfectamente, y teniendo en cuenta las fechas en las que estamos, vamos a hacer una excepción. ¡Damos por correcta también lectura! :-)
¿Quién se atreve ahora con un microcuento de su cosecha?
¡Gracias! ^_^
El político se levantó y se acercó hasta la palestra con estudiada parsimonia, pues nada es natural en quién pretende serlo. Colocó su fajo de papeles sobre el atril y se dispuso a comenzar el último discurso de la campaña. Miró de refilón la primera frase y, asombrado, se detuvo sobre el texto mecanografiado con nocturno empeño mientras, en la cama, su mujer se dormía finalmente sin haber sido querida. ¿Quién había borrado las grandes palabras? ¿Adónde habían ido a parar la «solidaridad», la «libertad», la «paz», entre tantas otras? Comenzó la lectura en voz alta esperando recordar las palabras adecuadas cuando llegase el momento, pero al llegar al primer hueco fue incapaz de continuar. No sólo habían desaparecido del texto sino también de su vocabulario. Los simpatizantes del partido lo miraban antipáticamente, ante lo que consideraban una muestra de pusilanimidad de su candidato. Pensaban que hubieran preferido alguien capaz de «salvar la patria», pero no pudieron acabar de pensarlo pues el «capaz de» se quedó suspendido sobre un abismo de inquietante olvido. El deseo de «victoria» comenzaba también a desvanecerse cuando ni esa palabra apareció para recordarles su objetivo. Una soledad espesa inundó sus almas al no poder tampoco recordar el «amor» que hacía más soportable sus vidas. No había ni «esperanza»: habían inflado tanto las grandes palabras que, al final, habían explotado.
¡Genial, Amkiel! Muy buena crítica. :-) Gracias y… ¡dos puntos más en el ranking!