Ya no se sonríen con descaro. Apenas añoran ver destellar el deseo en la mirada del otro cuando se desvisten. Ya no desafían juntos al destino, ni buscan desconectar del mundo para perderse en su desorden privado. Llegan a deshora a los mismos lugares, o toman desvíos opuestos que les conducen sin remedio al desencuentro. Sus desayunos se han vuelto descafeinados. Se despiden con desgana en el descansillo, soñando con encontrar algún desahogo en sus respectivos despachos. Desconfían el uno del otro. Se abandonan a la desidia. A veces se tratan con desdén. Han descubierto que el príncipe azul destiñe; que la princesa ya no deslumbra. Pronto decidirán desterrarse mutuamente de sus reinos particulares, encerrarse en sus burbujas desiertas y desoladoras. Se desmoronarán, gritarán hasta desgañitarse, dejarán olvidados en el desván los buenos recuerdos. El tiempo, desesperante, pasará despacio para ambos. Después desinfectarán sus heridas, desempolvarán su mejor sonrisa y volverán a deshojar margaritas.
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D _ _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)
Desamor?
¡Exacto! La palabra entre líneas es desamor.