T o Fervor de juventud

No intenten justificar su comportamiento atribuyéndolo al fervor de la juventud. Seamos sinceros: por mucho que mi dueño se empeñe en seguir llevando esos pantalones de colegial, dejó de ser un chaval hace años. Lo suyo no es ímpetu juvenil, sino inconsciencia supina. Acepto que su profesión le obligue a recorrer el mundo en busca de noticias insólitas, conflictos armados o misterios por resolver; de hecho, me gusta vivir con él ese ajetreo. Pero algunos días preferiría que se limitara a escribir crónicas falsas desde su habitación de hotel, mientras yo descanso a sus pies royendo un buen hueso, en vez de lanzarse de cabeza al peligro sin escuchar mis advertencias. Hoy es uno de esos días. Mi dueño se ha vuelto a meter en problemas, y no veo que su amigo el marino malcarado ande cerca para ayudarle. Como siempre que las cosas se ponen realmente feas, seré yo quien eche el resto para salvarle el flequillo.

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Este personaje protagoniza varias historietas del siglo XX de autor belga.

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6 pensamientos en “T o Fervor de juventud

  1. Merci beaucoup, Chus, por esa confesión del pobre Milú, quizás el foxterrier más famoso de la historia, que yo sepa. ¿En qué estarías pensando para hacer un retrato del Peter Pan belga metido a chupatintas que no deja de meterse en camisas de once varas…? ¡Felicidades!

    • Jejeje, es que Tintín era mi ídolo de pequeña, quería ser como él… Me quedé a medio camino. ;-) ¡Ha sido llegar a la T y entrarme ganas de hacerle un homenaje!

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