Debo de estar en shock; es la única explicación que se me ocurre. No recuerdo nada del incendio, aunque tiene que haber sido una experiencia realmente traumática si he llegado a desmayarme. Despertarme en un lugar desconocido no ha mejorado las cosas. Ahora me siento tan extraña… Él se ha sentado a mi lado para hablarme de lunas y olivares, de orillas y ruiseñores. Sus palabras me desorientan, pero su voz me atrae como un imán. Sé que es impropio de alguien en mi situación, pero no puedo evitar mirar sus ojos, sus labios, sus manos. Cada vez que él me llama ángel o estrella, mi cerebro enloquece un poco más. Mi corazón ha empezado a cabalgar con tanta fuerza que temo sufrir un ataque en cualquier momento. Así que, como no deje de hablar pronto, le callo yo con un beso.
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Este personaje aparece en un drama del siglo XIX de autor español.
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¿Doña Inés?
¡Correcto, Palimp! El personaje es Dona Inés. Si ahora alguien nos descubre quién es «él» en el cuento, tendremos resuelto también el nombre de la obra…