Te noto distante y no sé por qué. Desde hace algún tiempo, algo ha cambiado entre nosotros. Sigues a mi lado, pero ya no me hablas como antes. Nunca pensé que tú y yo pudiéramos llegar a tener problemas. Hubiera jurado que nuestra relación era sólida; de hecho, creía que éramos la pareja perfecta. Pero está claro que me equivocaba. Supongo que te has cansado de mí y no te atreves a decírmelo. Incluso ahora, que intento explicarte cuánto echo de menos tus susurros en mi oído, te empeñas en seguir callada. Y aquí me tienes, parado ante la hoja en blanco, incapaz de encontrar las palabras que debo escribir si tú no me inspiras.
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S _ _ _ _ _ _ _ (sustantivo masculino)
Te toca encontrar la palabra oculta.
¿Silencio?
¡Correcto, Palimp! La palabra es silencio. Ganas un punto más y te sitúas en tercera posición.
Y ahora, ¿algún cuento por parte vuestra? Venga, tenemos ganas de leeros… :-)
Mutismo digital
Hacía más de un mes que no tenía noticias de Juan. Nada en su blog, en su facebook o en su twiter. Tampoco comentarios suyos en otras páginas, ni siquiera un simple ‘Me gusta’. No respondía los correos, el whatsapp, los SMS y el móvil daba señal de apagado o fuera de cobertura. Como era su mejor amigo fue a visitarlo a su casa. Le abrió la puerta un Juan muy desmejorado, con grandes ojeras y sin afeitar. Le invitó a pasar y le explicó que estaba sin dinero, que primero le habían cortado internet y el móvil, que le estuvo robando el wifi al vecino hasta que le cortaron también la luz. Estaba desesperado y apenas le quedaba comida para unos días. Se despidió de él llorando. Cuando lo publicó en su facebook la entrada se llenó inmediatamente de comentarios. Casi todos variaciones de lo mismo: «¿Cómo es la experiencia de hablar con alguien cara a cara? Parece tan vintage…»
¡Qué bueno, Palimp! Un relato con toque irónico que nos hace reflexionar… Gracias por haberte animado a dejar tu aportación. :-)
Sabía que no existía un único silencio. Conocía el silencio del dolor que aparecía después de las continuas disputas familiares, ese silencio que dolía y que la mantenía en vilo hasta que el sueño la vencía. Después llegaron los silencios incómodos: en los ascensores, en sus primeras citas…Y, finalmente,logró disfrutar del silencio cuando éste se convirtió en su fiel compañero, de su vida, de sus días. Ahora era ella la que decidía el momento de romper el silencio.
Genial como siempre, Montse. :-) ¡Muchas gracias!